Pin Pon, el muñeco con cuerpo de algodón

Por Rosalba Negrete (dese Santiago de Chile). Como no enternecernos, al recordar la magia de la niñez, un muñeco de algodón en una caja, un muñeco que se transportaba a todas partes, un carácter, que era el reflejo, la fantasía inocente de la esperanza. Un muñeco que vive en la memoria colectiva de una generación perdida…

Por Rosalba Negrete (desde Santiago de Chile).

Como no enternecernos, al recordar la magia de la niñez, un muñeco de algodón en una caja, un muñeco que se transportaba a todas partes, un carácter, que era el reflejo, la fantasía inocente de la esperanza. Un muñeco que vive en la memoria colectiva de una generación perdida… Jorge Guerra nació el 2 de noviembre de 1942, su madre Costurera, su padre operador de cine, un matrimonio fracturado. Crece en la pobreza, la cual decora con fantasía, él dice de su madre “mi madre me enseñó a mirar las puestas de sol, a escuchar a Beethoven y a Tchaikovsky, ella se emocionaba con esa música, por ella descubrí la sensibilidad”.

Creció en una Iglesia Metodista, ahí experimenta su primer sentimiento de amor, Priscila, la hija del pastor, para quien su madre hace vestidos; ella crece y se marcha, con esto él toma conciencia de su posición precaria, decidiendo hacer algo para cambiarla, le cuenta a su madre de sus sueños, quien lo impulsa a buscar, lo que le hace feliz. Así se va de su casa, sin nada.

Siempre se abrieron puertas, así fue como, al ser asistente de un psicólogo no vidente, le propició la entrada en una escuela de arte, para estudiar pintura. En esa escuela fue, donde detrás de una puerta, por mero azar, descubre un ensayo de teatro, milagrosamente al faltar un actor, se convierte en parte del elenco, después del estreno, un crítico le dice “tú no eres pintor, tú eres actor”.

Actuar era algo natural, es donde se sentía cómodo, los gestos y la voz se amoldaba a los personajes, sin esfuerzo. Después lo invitan al ICTUS, pasando a especializarse en teatro infantil, sabemos lo que sigue, sigue la creación de nuestro Pin Pon.

Aquel mundo solidario de los años 60 y el sueño de los 70, donde predomina el sentir profundo de “ser chileno”, aquel instante, en el que se creyó que era posible transformar la vida y diluir la injusticia, recibió al golpe, un golpe a la humanidad, a la cultura, a la creación y a la esperanza: Nos mataron la inocencia…

Cuenta, que en los últimos programas que hizo de su trabajo infantil en el 1973, los hizo a punta de fusiles…“Cuando yo estaba supuestamente en la cajita y tú (refiriéndose al músico Valentín Trujillo, su partner) la abrías, había un espacio arriba y había un militar con un casco apuntando (…) Era el único programa que se grabó con ese cuidado…”

Por esos días, caminando por las calles de Santiago de Chile, un coche desconocido se subió a la vereda para intentar arrollarlo, el mensaje fue claro: tenía que salir de Chile.

En 1974 cruzó la frontera con tan solo 60 dólares en los bolsillos con rumbo a Perú y luego a Ecuador; en donde Pin Pon anidó en el corazón de los niños este país como en Chile, con canciones que hacían palpitar el pecho de algodón.

Posteriormente viajo a La Habana donde era el “chileno“ del Conjunto Nacional de Espectáculos de Cuba, llenando el teatro Karl Marx de La Habana; hacían reír, el teatro tenía una premisa de José Martí: “El humor y la sátira deben ser a una sociedad, como un látigo … con cascabeles en la punta”.

Hizo reír en Cuba a todo un pueblo. Volvió a un Chile que lo recordaba, un Chile con nostalgia, pero un Chile mezquino, sin sustancia, donde todo se mercantiliza hasta el alma…Sufrió duras decepciones, se reinventó pero su corazón herido paró a los 66 años… Se nos murió, con ello, una otra parte de la magia de nuestras vidas.

Jorge guerra fue Actor de teatro y de cine, director teatral y académico. Hizo giras nacionales e internacionales. Recibió el Premio del Ministerio de Cultura de Cuba y de los Trabajadores de la Cultura de Cuba; además, en Chile obtuvo el Premio APES en 1991 y en Quito, Ecuadro, recibe un homenaje de la Fundación Guayazamin, en reconocimiento a su trayectoria artística y docente.

Terminaremos con su deseo para nuestra patria, “ojalá un país que valga la pena, sino que valga la alegría y ojalá no se crea la muerte, si no se crea la vida”.

Yo quiero cultivar la memoria y derrotar la injusticia del olvido. Por eso hoy te recuerdo y te vivo. Jorge Guerra, Pin Pon, mi amigo.

Todas las canciones de Pin Pon en Spotify

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