Por Andrés del Bosque (desde Valladolid). A través de mapear nueve puntos de manifestación de la conciencia, el trabajo propone un montaje escénico, con el fin de despertar del hechizo de una cultura caníbal que vive fagocitando su propia matriz. Desde una visión piadosamente bufonesca el mapa nos conduce, a un territorio fronterizo entre el antiguo rito de los sardos de Cerdeña, que bebiendo el apium risum ejecutaban a palos y entre risas a sus ancianos en una suerte de primitiva eutanasia; hasta la región limítrofe de una Residencia de Mayores en Colmenar Viejo del Madrid contemporáneo, donde los jóvenes Acabadores buscan un buen final para las vidas inconclusas de los veteranos. Enmarcados en la peste que vivimos actualmente, observamos una metamorfosis que revela, que bajo la piel de cada viejo hay un virtuoso estudiante de teatro, quienes revoloteando nos muestran, que la risa sardónica del ritual sardo no es más cruel que la eugenesia que sugiere el Fondo Monetario Internacional, cuando afirma que los viejos viven más de lo esperado afectando con ello la economía global. Resulta que no hay guerra contra el virus, hay una negociación. Toda biopolítica es inmunológica: los